Lo que el de San Bernardine podría enseñar a los obispos

Resumen

A principios de la década de 1400, la ciudad de Siena, Italia, fue un importante centro comercial e industrial, al igual que su vecino del norte de Florencia. Y en esta cuna del capitalismo, la figura más popular era un fraile franciscano llamado Bernardine. Sus discursos cautivaron tanto a los oyentes que la iglesia de la ciudad no podía acomodar a las multitudes, y los oyentes tuvieron que reunirse en la plaza más grande de Siena.
El ruido de la multitud se desvaneció rápidamente cuando Bernardine comenzó su homilía: "¿Has oído la historia del burro de los tres pueblos? Sucedió en el Valle de la Luna. Había un gran camión cerca del molino de viento. Con el fin de llevar el grano al molino, tres aldeas acordaron comprar un burro y mantenerlo en el mando.
"Un habitante de la primera ciudad fue por el burro, lo llevó a su casa, cargó la espalda del animal con una pesada bolsa de trigo y lo llevó al molino. Durante la molienda, liberó el para poder pastar, pero los campos se habían vuelto estériles debido al comercio pesado. Cuando el trigo fue molido, recogió la harina, la cargó en el burro y regresó a casa. El hombre descargó el y lo llevó al baño, murmurando para sí mismo: 'El que lo usó ayer debe haberle dado mucha hierba. Seguramente, no está necesitado ahora, y dejó el burro.
"Al día siguiente, un aldeano de la segunda ciudad fue por el burro. Lo llevó a su granja, le puso una carga más pesada que el día anterior, y -sin alimentarlo- llevó al animal al molino. Con la molienda sobre y la harina ya en casa, el aldeano devolvió el burro al peldaro pensando que el usuario de ayer debe haber tratado bien al animal. Y, sí, dejó el burro, diciendo: 'Oh, estoy muy ocupado hoy'. Habían pasado dos días, y el burro todavía no tenía un bocado.