Endocarditis infecciosa: una enfermedad que evoluciona
Gérick Jiménez-Pastor*
La endocarditis infecciosa (EI), es una enfermedad que ha ido modificando
su comportamiento en las últimas décadas, paralelamente al desarrollo de los
avances en las técnicas diagnósticas modernas, la aparición de nuevas
terapéuticas antimicrobianas y el desarrollo de tratamientos quirúrgicos más
sofisticados, con una tasa de mortalidad elevada y un costo de atención
cuantioso para los sistemas de salud de nuestro país y el resto del mundo.
Existen tres razones fundamentales por las que dicha enfermedad continua siendo
difícil de manejar: Primero, la mortalidad de la EI continua siendo muy alta y
no ha mostrado una variación en los últimos 30 años pese a los avances médicos
existentes, por lo que dicha enfermedad continua representando un mal
pronostico y una alta tasa de mortalidad para quienes la sufren; Segundo, la EI
no es una enfermedad con un comportamiento uniforme, sino que despliega una
gama de presentaciones clínicas que varían según la manifestación inicial, la
cardiopatía subyacente cuando esta presente, el microorganismo implicado, la
presencia o ausencia de complicaciones y las características propias de cada
paciente; y finalmente la incidencia de la EI continua siendo muy baja, por lo
que existe una carencia de estudios bien estructurados
* Médico y
Cirujano Asistente General, Área de Salud de Osa
y aleatorizados, la escasa investigación y la falta de metaanálisis que
permitan la protocolización del manejo y abordaje de la EI en nuestro sistema
de salud actual.
Palabras Clave: ENDOCARDITIS - COMPLICACIONES -
BACTEREMIA TRANSITORIA - MICROEMBOLISMOS - STAPHYLOCOCUS AEREUS - STREPTOCOCUS VIRIDANS - GRUPO HACEK- CRITERIOS DE DUKE.
Infective endocarditis (IE) is a disease that has been changing its behavior in recent decades, in parallel with the development of advances in modern diagnostic techniques, the emergence of new antimicrobial therapies and the development of more sophisticated surgical treatments, with a high mortality rate and a substantial care cost for health systems in our country and around the world. There are three fundamental reasons why this disease remains difficult to handle: First, the mortality of IE remains very high and has not shown a variation in the past 30 years despite existing medical advances, so that this disease continues representing a poor prognosis and high mortality rate for those who suffer it. Second, IE is not a disease with a uniform behavior, but delivers a range of clinical presentations that vary in its initial manifestation, the underlying heart disease when present, the microorganism involved, the presence or absence of complications and the characteristics of each individual patient; and finally the incidence of IE is still very low, therefore there is a lack of wellstructured and randomized studies, the lack of research and lack of meta-analysis that allow management protocols and address IE in our current health care system.
Key words: ENDOCARDITIS - COMPLICATIONS -
TRANSITORY BACTEREMIA - MICROEMBOLISM - STAPHYLOCOCUS AEREUS - STREPTOCOCUS VIRIDANS - HACEK GROUP - DUKE CRITERIES
Recibido: 29 de agosto de 2013
Aceptado: 30 de setiembre de 2013
La lesión
característica de la EI son las vegetaciones a nivel de las válvulas cardíacas
con mayor frecuencia aunque pueden aparecer en otras zonas del miocardio,
detectables por Ecocardiografía Transtorácica(ETT) o Transesofágica(ETE), las
cuales consisten en una masa amorfa de tamaño variable, formada por acumulo de
plaquetas y fibrina, con abundantes microorganismos entrelazados y una cantidad
moderada de células inflamatorias. Igualmente la presencia de abscesos
cardiacos o dehiscencias valvulares protésicas diagnósticas por ETT o ETE,
deben hacernos sospechar el diagnóstico de EI.
La endocarditis
infecciosa (EI) ha venido evolucionando paralelamente al desarrollo de los
nuevos avances médicos para su diagnostico y tratamiento1. Esta revisión bibliográfica tiene como objetivo analizar la
fisiopatología de la enfermedad en nuestros tiempos, exponiendo las tendencias
más actualizadas para su manejo, de acuerdo a su presentación clínica, los
microorganismos que afectan, las enfermedades cardiacas subyacentes, las
patología concomitante y el tratamiento de la enfermedad con los medios
actuales de manejo, a fin de poder actualizar los conocimientos clínicos y
procurar con ello repercutir en la morbimortalidad de la EI en nuestra atención
clínica diaria.
La EI, es una
enfermedad que durante el siglo pasado afectaba primordialmente a pacientes
jóvenes, principalmente aquellos afectados por valvulopatías reumáticas, esta
tendencia de afección ha ido cambiando con el tiempo producto de la merma en la
incidencia de casos de Fiebre Reumática, volviendo por consiguiente más notaria
la afectación de pacientes de edades avanzadas con patologías valvulares
degenerativas, y/o pacientes sometidos a procesos invasivos en la atención
nosocomial con o sin valvulopatías, como los pacientes sometidos a recambio
valvular, o aquellos con EI como consecuencia de otros procedimientos invasivos
necesarios para el abordaje y terapéutica de sus patologías de internamiento
como el uso de vías centrales o la colocación de marcapasos y desfibriladores
subcutáneos, y pacientes adictos a drogas intravenosas, entre otras.
Los estudios
microbiológicos por otro lado han demostrado que en la actualidad más del 50%
de los casos de EI están provocados por los Estafilococos, dejando a los
Estreptococos en un segundo plano de frecuencia, esto ligado a la
farmacodependencia y los procedimientos nosocomiales invasivos mencionados
anteriormente y su creciente utilización. Dentro de estos ubicamos al S. aureus
como el agente bacteriológico más frecuente en pacientes con válvula nativa o
válvula protésica, y en episodios agudos de la enfermedad, dejando a los
estreptococus (S.Bovis), enterococus, bacilos gramnegativos(Grupo HACEK),
estafilococus coagulasa negativa (S.epidermidis) y hongos(Candida, Histoplasma
y Aspergillus), como agentes causales secundarios de la enfermedad, y cuya
presentación suele verse de manera subaguda.
No existen
evidencias clínicas de que el VIH sea un factor de riesgo para el desarrollo de
EI. Sin embargo, en pacientes adictos a drogas intravenosas, que han sufrido
EI, se ha detectado que entre el 23-73% de estos pacientes tenían VIH.
En pacientes
adictos a drogas IV, existe un riesgo varias veces mayor que un paciente con
una valvulopatía reumática o protésica a sufrir EI. El 65-80% de estos casos se
observan en pacientes entre los 27-37 años de edad, en donde la válvula con
mayor afectación entre el 46-78% es la tricúspide, la mitral en el 24-32% y el
la aórtica entre 8-19%; hasta el 16% tienen afección de múltiples zonas. En
estos pacientes, las válvulas eran normales antes de la infección entre el
75-93% de los casos.
La incidencia
mundial de la EI varia de los 3-10 episodios/100.000 personas al año,
incidencia que se incrementa con la edad con un pico de incidencia de 14,5
episodios/100.000 personas al año en pacientes entre 70 y 80 años de edad, y la
proporción de varones: mujeres es 2:1, sin embargo el pronóstico es peor en el
género femenino que en el masculino aunque estas son sometidas con menor
frecuencia a recambio valvular. De igual forma, la incidencia se incrementa en
pacientes jóvenes por debajo de los 50 años de edad, expuestos a la utilización
de drogas intravenosas, alrededor de 7-10 casos por cada 100,000 pacientes por
año, con o sin valvulopatías de fondo.
Según el tipo de
válvula afectada podemos clasificar a la EI en: EI sobre válvula nativa izquierda, EI sobre válvula
protésica izquierda, EI derecha y EI relacionada con los dispositivos (ésta
incluye la EI que se desarrolla sobre los cables de marcapasos o
desfibriladores, esté afectada la válvula o no).
En relación al tipo de adquisición, se pueden identificar las siguientes
situaciones: EI adquirida en la
comunidad, EI asociada a la asistencia sanitaria (nosocomial y no nosocomial) y
EI en los adictos a drogas por vía parenteral (ADVP).
Según los
resultados microbiológicos, se proponen las siguientes categorías:
1. Endocarditis infecciosa con hemocultivos positivos: Esta es la categoría más importante, pues
representa un 85% de toda la EI. Los microorganismos causales suelen ser los
estafilococos, los estrepto- cocos y los enterococos.
a.
Endocarditis infecciosa por estreptococos
y enterococos. Los
estreptococos orales (antiguamente viridans) forman un grupo variado de
microorganismos que incluye especies como S. sanguis, S. mitis, S. salivarius,
S. mutans y Gemella morbillorum. Los microorganismos de este grupo casi siempre
son susceptibles a la penicilina G. Los miembros del grupo S. milleri o S.
anginosus (S. anginosus, S. intermedius y S. constellatus) deben distinguirse,
ya que tienden a formar abscesos y causar infección diseminada por vía
hemática, requiriendo a menudo mayor duración de la terapia antibiótica.
Asimismo, los estreptococos nutricionalmente variantes «defectuosos», recientemente
reclasificados en otras especies (Abiotrophia y Granulicatella), también
deberían distinguirse, ya que a menudo toleran la penicilina (concentración
bactericida mínima [CBM] mucho mayor que la concentración inhibidora mínima
[CIM]). Los estreptococos del grupo D forman el complejo S. bovis/S. equinus,
que incluye las especies comensales del tracto intestinal humano y hasta hace
poco se llamaban Streptococcus bovis. Suelen ser susceptibles a la penicilina
G, al igual que los estreptococos orales. Entre los enterococos, Enterococcus
faecalis, E. faecium y, en menor grado, E. durans son las tres especies que
causan EI.
b.
Endocarditis infecciosa por estafilococo. Tradicionalmente, la EI por estafilococo
en válvula nativa se debe a S. aureus, que la mayor parte de las veces es
susceptible a la oxacilina, al menos en la EI adquirida en la comunidad. En
cambio, la EI por estafilococo en válvula protésica se debe con mayor
frecuencia al estafilococo coagulasa negativo (ECN) con resistencia a la
oxacilina. Sin embargo, en un reciente estudio de 1.779 casos de EI reunidos
prospectivamente en 16 países, S. aureus resultó ser la causa más frecuente no
sólo en la EI, sino también en la EI sobre válvula protésica. A la inversa, el
ECN también puede ser causa de EI sobre válvula nativa, sobre todo S.
lugdunensis, que frecuentemente sigue un curso clínico agresivo.
2.
Endocarditis infecciosa con hemocultivos
negativos debido a tratamiento antibiótico anterior: Esta situación surge en los pacientes que reciben
antibióticos por fiebre inexplicada antes de haber realizado un hemocultivo y
en quienes no se consi- deró el diagnóstico de EI; normalmente, el diagnós-
tico se considera al final a la vista de episodios fe- briles con recaídas
después de haber abandonado los antibióticos. Los hemocultivos pueden ser
negativos durante muchos días después del abandono de los antibióticos, y los
organismos causales son más habitualmente estreptococos orales o ECN.
3.
Endocarditis infecciosa frecuentemente
asociada a hemocultivos negativos: Organismos exigentes, como los estreptococos nutricionalmente variantes,
los bacilos gramnegativos exigentes del grupo HACEK (Haemophilus
parainfluenzae, H. aphrophilus, H. paraphrophilus, H. influenzae,
Actinobacillus actinomycetemcomi- tans, Cardiobacterium hominis, Eikenella
corrodens, Kingella kingae y K. denitrificans), Brucella y hongos, suelen ser
la causa.
4.
Endocarditis infecciosa asociada a
hemocultivos constantemente negativos: La causan bacterias intracelulares como Coxiella
burnetii, Bartonella, Clamydia y, como se ha demostrado recientemente,
Tropheryma whipplei, el agente de la enfermedad de Whipple. En general, suponen
hasta el 5% de toda la EI. El diagnóstico en estos casos depende de la prueba
serológica, el cultivo celular y la amplificación del gen.
El endotelio
valvular normal es resistente a la colonización e infección por bacterias
circulantes. Sin embargo, la alteración mecánica del endotelio, provoca la
exposición de las proteínas de la matriz extracelular subyacente, la producción
de factor tisular y la deposición de fibrina y plaquetas como un proceso de
curación normal que se conoce como Endocarditis Trombótica no Bacteriana(ETNB),
la cual facilita la adherencia bacteriana y la infección. Este daño estructural
del endotelial puede suele ocurrir de lesiones mecánicas causadas por flujo
sanguíneo turbulento, electrodos o catéteres, inflamación (como en la carditis
reumática) o cambios degenerativos en ancianos, que están asociados a
inflamación, microúlceras y microtrombos. Las lesiones degenerativas de la
válvula se observan por ecocardiografía en el 50% de los pacientes
asintomáticos mayores de 60 años, y en una proporción similar de pacientes de
la tercera edad con EI. Esto explica el mayor riesgo de EI en ancianos.
La inflamación
local hace que las células endoteliales manifiesten proteínas de unión en su
superficie conocidas como integrinas de la familia B1, que pueden conectar
determinantes extracelulares y citoesqueletos celulares. Algunas bacterias como
el S. aureus y otros patógenos de la EI portan proteínas de unión a la
fibronectina en su superficie. Por lo tanto, cuando las células endoteliales
activadas unen la fibronectina, proporcionan una superficie adhesiva para la
circulación de los estafilococos. Una vez adherente, S. aureus provoca su
internalización activa dentro de las células del endotelio valvular, donde
puede persistir y escapar a las defensas del huésped y a los antibióticos o
multiplicarse y expandirse a diferentes órganos. De esta manera, hay al menos
dos escenarios para la infección valvular primaria: uno en el que está
involucrado el endotelio físicamente dañado y otro que ocurre en el endotelio
físicamente no dañado, fomentando la EI por S. aureus y otros patógenos
intracelulares potenciales.
Existe un
fenómeno fisiopatológico que puede favorecer la aparición de El conocido como
Bacteriemia Transitoria, frecuentemente observada en procesos de tratamiento
dental, incluso al masticar o lavarse los dientes, así como de procedimientos
invasivos. Esta bacteriemia espontánea es de un grado bajo y de corta duración
(1-100 ufc/ ml de sangre y menos de 10 min), pero su elevada incidencia explica
el motivo por el que la mayor parte de los casos de EI no se relacionan con
procedimientos invasivos. La incidencia conocida de la bacteriemia transitoria
después de un procedimiento dental varía mucho y oscila entre el 10 y el 100%.
Por la
diversidad clínica que presenta la EI y el perfil epidemiológico que posee, la
EI continua siendo un reto diagnóstico para cualquier galeno. La historia
clínica de la EI es sumamente variable según el microorganismo causal, la
presencia o ausencia de cardiopatía preexistente y el modo de presentación.
Puede
presentarse como una infección aguda rápidamente progresiva, pero también como
una enfermedad crónica subcutánea con febrícula y sin síntomas específicos, lo
que puede llegar a confundir el diagnóstico. Por lo tanto, los pacientes pueden
acudir a una variedad de especialistas que pueden pensar en una gama de otras
enfermedades, entre ellas infección crónica, enfermedades reumáticas y
autoinmunitarias o malignidad. Se recomienda encarecidamente la intervención
rápida de un cardiólogo y de un especialista en enfermedades infecciosas para
guiar el manejo.
Hasta el 90% de
los pacientes presentan fiebre, a menudo asociada a síntomas sistémicos de
escalofríos, poco apetito y pérdida de peso. Los soplos cardiacos están
presentes en hasta el 85% de los pacientes. Los signos clásicos todavía pueden
encontrarse en los países en vías de desarrollo, aunque el estigma periférico
de la EI es cada vez menos común en el resto del mundo, ya que por lo general
los pacientes se presentan en una fase temprana de la enfermedad. Sin embargo,
los fenómenos vasculares e inmunológicos como las hemorragias en astilla, las
manchas de Roth y la glomerulonefritis continúan siendo comunes, y los émbolos
al cerebro, al pulmón o al bazo ocurren en el 30% de los pacientes y a menudo
son la característica observada. En un paciente febril, la sospecha diagnóstica
puede verse reforzada por los signos de infección del laboratorio, como la
proteína C reactiva elevada o la VES, la anemia y la presencia de hematuria
microscópica. Los pacientes adultos mayores y los inmunocomprometidos pueden
presentar un clínica carente de fiebre.
Hay que sospechar una EI en los casos siguientes: presencia de nuevo soplo cardiaco regurgitante, eventos embólicos
de origen desconocido, sepsis de origen desconocido (especialmente si
está asociada a un organismo causante de EI), Fiebre (el signo más
común).
Hay que
sospechar una EI si la fiebre está asociada a: Material protésico intracardiaco
(p. ej., válvula protésica, marcapasos, desfibrilador implantable, guías
quirúrgicas), antecedentes de EI, enfermedad valvular o cardiopatía congénita
previa, otras predisposiciones a EI (p. ej., estado inmunodeficiente, ADVP),
predisposición e intervención reciente con bacteriemia asociada, evidencia de
insuficiencia cardiaca congestiva, nuevo trastorno de conducción, hemocultivo positivo
con típico organismo causante de EI o serología positiva para fiebre Q crónica
(los resultados microbiológicos pueden preceder a las manifestaciones
cardiacas), fenómeno vascular o inmunitario(evento embólico, manchas de Roth,
hemorragias en astilla, lesiones de Janeway, nódulos de Osler), síntomas y
signos neurológicos focales o no específicos, evidencia de embolia/infiltración
pulmonar (EI derecha), y/o abscesos periféricos (renal, esplénico, cerebral,
vertebral) de causa desconocida.
• Ecocardiografía: La
ecocardiografía transtorácica (ETT) y transesofágica (ETE) son actualmente
ubicuas y fundamentales en el diagnóstico, el manejo y el seguimiento de la EI
está claramente reconocida. La ecocardiografía debe practicarse tan pronto como
se sospeche la EI. Tres hallazgos ecocardiográficos son criterios importantes
en el diagnóstico de la EI: vegetación,
absceso y nueva dehiscencia de una válvula protésica. La sensibilidad
de la ETT oscila entre el 40 y el 63%, y la de la ETE, entre el 90 y el 100%.
La identificación de las vegetaciones puede resultar difícil en presencia de
lesiones graves ya existentes (prolapso de la válvula mitral, lesiones
calcificadas degenerativas, válvulas protésicas), si las vegetaciones son muy
pequeñas (< 2 mm), si aún no se han producido (o ya se han embolizado) y en
la EI no vegetante.
• Hemocultivos positivos: siguen siendo la piedra angular del diagnóstico y proporcionan bacterias
vivas para la prueba de susceptibilidad. Tres series (al menos una aeróbica y
una anaeróbica entre ellas), cada una con 10 ml de sangre obtenida de una vena
periférica utilizando una meticulosa técnica de esterilización, casi siempre
bastan para identificar los microorganismos habituales; el rendimiento
diagnóstico de repetir las muestras a partir de entonces es escaso.
• Histoinmunopatología: El reconocimiento patológico del tejido valvular extirpado o de los
fragmentos embólicos sigue siendo la piedra angular para el diagnóstico de la
EI y también puede guiar el tratamiento antimicrobiano si el agente causal se
puede identificar por medio de cepas especiales o técnicas inmunohistológicas.
• Técnicas biológicas moleculares: La reacción en cadena de la polimerasa (PCR) permite la detección rápida y
fiable de los organismos exigentes y de los agentes no cultivables en pacientes
con EI. La técnica se ha validado utilizando tejido de pacientes que se
sometían a cirugía para la EI. La PCR del tejido valvular extirpado o del
material embólico debería practicarse en pacientes con hemocultivos negativos
que se someten a una cirugía valvular o embolectomía.
• Criterios diagnósticos modificados de Duke: Los criterios de Duke, basados en resultados
clínicos, ecocardiográficos y microbiológicos, ofrecen altas sensibilidad y
precisión (un 80% total) para el diagnóstico de la EI.
• Electrocardiograma:
es muy inespecífico para la EI, sin embargo puede mostrar alteraciones muy
similares a las de la pericarditis, con presencia de elevación del segmento ST
cóncava en las caras inferior y anterior, desviación del segmento PR de
polaridad opuesta a la de la onda P en un estadio temprano, hasta una inversión
generalizada de las ondas T.
En resumen, la
ecocardiografía y los hemocultivos son la piedra angular del diagnóstico de la
EI. La ETT debe practicarse primero, pero tanto la ETT como la ETE deben
practicarse en última instancia en la mayoría de los casos de EI sospechada o
definitiva. Los criterios de Duke resultan útiles para la clasificación de la
EI, pero no reemplazan al juicio clínico.
La valoración
pronóstica en el ingreso puede llevarse a cabo utilizando simples parámetros
clínicos, microbiológicos y ecocardiográficos y debería emplearse para elegir
la mejor opción terapéutica. La tasa de mortalidad hospitalaria de pacientes
con EI oscila entre el 9,6 y el 26%, pero difiere de manera considerable de un
paciente a otro. El pronóstico en la EI se ve influido por cuatro factores
principales: las características del paciente, la presencia o ausencia de
complicaciones cardiacas y no cardiacas, el organismo infeccioso y los
resultados ecocardiográficos. En la actualidad, un 50% de los pacientes se
someten a cirugía durante su hospitalización.
CRITERIOS MODIFICADOS DE DUKE
PARA DIAGNÓSTICO DE ENDOCARDITIS
|
CRITERIOS MAYORES |
HEMOCULTIVOS POSITIVOS |
• Microorganismos típicos que encajan con la EI de dos hemocultivos independientes: Streptococcus viridans, S. bovis, grupo HACEK, Staphylococcus aureus o Enterococos adquiridos en la comunidad en ausencia de
un foco principal • Microorganismos que encajan con la EI con
hemocultivos persistentemente positivos: Al menos dos posibles cultivos
positivos de muestras sanguíneas tomadas a intervalos > 12 h o • Tres o la mayoría de más de cuatro
hemocultivos independientes (con la primera y la última muestra tomadas a
intervalos de al menos 1 h) • Hemocultivo positivo único para Coxiella burnetii o fase I IgG anticuerpo > 1:800 |
ECOCARDIOGRAFIA |
• Ecocardiografía positiva para EI • protésica • Nueva regurgitación valvular |
CRITERIOS MENORES |
• Predisposición: enfermedad cardiaca predisponente, uso de
fármacos por inyección • Fiebre: temperatura > 38 °C • Fenómeno vascular: émbolo arterial grave, infarto pulmonar séptico, aneurisma micótico, hemorragias intracraneales, hemorragias conjuntivales, lesiones de Janeway • Fenómeno inmunitario: glomerulonefritis, nódulos de Osler, manchas de Roth, factor reumatoide • Evidencia
microbiológica: hemocultivo positivo que
no cumple un criterio importante o evidencia serológica de infección activa
con organismo que encaja con la EI. |
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DIAGNOSTICO |
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CONFIRMADO |
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PROBABLE |
• 2 criterios mayores • 1 criterio mayor y 3 menores • 5 criterios menores |
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• 1 criterio mayor y 1 criterio menor • 3 criterios menores |
Quirúrgicas: Los dos objetivos primordiales de la cirugía son
la eliminación total de los tejidos infectados y la reconstrucción de la
morfología cardiaca, incluso con reparación o sustitución de las válvulas
afectadas. En la actualidad, la mortalidad operatoria en la EI se encuentra
entre el 5 y el 15%.
• Neurológicas: Aparecen eventos neurológicos en un 20-40% de todos los pacientes con EI y son consecuencia principalmente de la embolización de vegetaciones. El ictus está asociado a un exceso de mortalidad.
• Aneurismas infecciosos(AI): Los aneurismas infecciosos (micóticos) son el resultado de una embolia
arterial séptica al espacio intraluminal o a los vasa vasorum o de una
posterior propagación de infección a través de los vasos intimales. La
ubicación más frecuente es la intracraneal, y la frecuencia conocida de un 2-4%
probablemente sea un cálculo demasiado bajo, ya que algunos AI son clínicamente
silentes.
• Insuficiencia renal aguda: La insuficiencia renal aguda es una complicación común de la EI que ocurre
en un 30% de los pacientes y prevé un mal pronóstico.
(artralgia, mialgia, dolor de espalda) son frecuentes durante la EI, y las
complicaciones reumáticas pueden ser las primeras manifestaciones de la enfermedad.
La artritis periférica ocurre en un 14% y la espondilodiscitis, en un 3-15% de
los casos. En un estudio, la EI se diagnosticó en el 30,8% de los pacientes con
espondilodiscitis piógena y resultó ser más común en los casos con infección
por estreptococo y con cardiopatías predisponentes.
• Absceso espleni:
Aunque los émbolos esplénicos son comunes, los abscesos esplénicos son raros.
• Pericarditis y/o miocarditis: La pericarditis puede estar asociada a absceso, miocarditis o bacteriemia,
a menudo como resultado de una infección por S. aureus. La pericarditis
purulenta es rara y puede precisar drenaje quirúrgico.
El tratamiento
de la EI debe comenzarse pronto. Deben tomarse tres series de hemocultivos a
intervalos de 30 min antes de la iniciación de los antibióticos. La elección
inicial del tratamiento empírico depende de varias consideraciones: a) si el
paciente ha recibido terapia antibiótica previa o no; b) si la infección afecta
a una válvula nativa o a una protésica (y si es así, cuándo ha tenido lugar la
cirugía —EVP precoz frente a tardía—), y c) conocimiento de la epidemiología
local, especialmente de la resistencia antibiótica y los patógenos específicos
de cultivo negativo verdadero.
Un tratamiento
eficaz de la EI depende de que los fármacos antimicrobianos eliminen el
microbio. La cirugía contribuye eliminando el material infectado y drenando los
abscesos. Los mecanismos de defensa del huésped son de poca ayuda. Los
aminoglucósidos actúan en sinergia con los inhibidores de la pared celular (p.
ej., los betalactámicos y los glucopéptidos) contra la actividad bactericida y
son útiles para acortar la duración de la terapia (p. ej., con estreptococos
orales) y eliminar los organismos problemáticos (p. ej., Enterococcus spp.). En
la endocarditis sobre válvula protésica (EVP) se recomienda el uso de
antibióticos por al menos 6 semanas, para esterilizar totalmente las válvulas
cardiacas infectadas, en el caso de los pacientes EI de válvulas nativas se
recomienda una terapia de 2 a 6 semanas según sea el caso. Los pacientes
alérgicos a los betalactámicos deben recibir vancomicina. La teicoplanina se ha
propuesto como una alternativa y requiere dosis de carga (6 mg/kg/12 h durante
3 días) seguidas de 6-10 mg/kg/día. La carga es crucial, ya que el fármaco está
rodeado de las proteínas de suero (98%) y penetra en las vegetaciones
lentamente.
En la
endocarditis por cándida se recomienda en uso de Anfotericina en combinación
con 5-flucitosina. Aunque no se ha demostrado su efectividad se recomienda el
tratamiento quirúrgico poco después de iniciado el tratamiento medicamentoso.
En los pacientes
en los que los hemocultivos son negativos, y existe confusión por el uso de
antibióticos de previo sin mejoría clínica de su cuadro de EI, debemos pensar
en la posibilidad de una infección por Bartonella o C. Burnetii, en estos
pacientes es recomendable utilizar 6 semanas como mínimo de Ceftriaxone con
Gentamicina por 2 semanas, y luego iniciar un esquema de 6 semanas más con
Doxiciclina Oral 100mg/cada 12 horas.
Se recomienda
realizar hemocultivos seriados posteriores al inicio del tratamiento al igual
que una monitorización de la curva de fiebre del paciente, con el fin de poder
determinar la eficacia del tratamiento, o determinar la persistencia de la
infección o recurrencia de la misma.
En las tablas
siguientes mostramos un resumen del tratamiento antibiótico recomendado según
la válvula afectada y el agente etiológico que genera la EI.
Tabla Nº 1 |
Tratamiento de Endocarditis de Válvula Nativa Streptococus Viridans y Streptococus Bovis |
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Sensibilidad |
Antibiótico |
Dosis y Vía de Administración |
Duración |
Sensibles a Penicilina CIM <0,1g/ml |
Penicilinna G (A) |
12-18 mill unidades / 24hrs fraccionadas cada 4 horas |
4 semanas( Monoterapia) 2 semanas( Terapia Mixta) |
Ceftriaxona (B) |
2 g/día IV o IM |
4 semanas( Monoterapia) 2 semanas( Terapia Mixta) |
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Gentamicina Terapia Mixta con A o B |
3mg/Kg/dia en una sola dosis |
2 semanas( Terapia Mixta) |
|
Vancomicina |
30mg/Kg/día en 2 dosis. Dosis máxima día 2g |
4 semanas( Monoterapia) |
Relativamente resistentes a Penicilina CIM >0,1 y <0,5g/ml |
Penicilinna G (A) |
24 mill unidades / 24hrs fraccionadas cada 4 horas |
4 semanas( Terapia Mixta) |
Ceftriaxona (B) |
2 g/día IV o IM |
4 semanas( Terapia Mixta) |
|
Gentamicina Terapia Mixta con A o B |
3mg/Kg/dia en una sola dosis |
2 semanas( Terapia Mixta) |
Penicilinna G (A) |
18 a 30 mill unidades / 24hrs fraccionadas cada 4 horas |
4-6 semanas ( Terapia Mixta) |
Ampicilina (B) |
12 g/día IV o IM fraccionadas cada 4 horas |
|
Vancomicina (C) |
30mg/Kg/día en 2 dosis. Dosis máxima día 2g |
|
Gentamicina Terapia Mixta con A o B o C |
3mg/Kg/dia en una sola dosis |
Tabla Nº 3
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Tratamiento de Endocarditis de Válvula Nativa Estafilococus |
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Sensibilidad |
Antibiótico |
Dosis y Vía de Administración |
Duración |
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Nafcilina |
2g IV cada 4 horas |
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Sensibles a Meticilina |
Oxacilina |
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4 -6 semanas(Monoterapia) |
Cafazolina |
2g IV cada 8 horas |
||
Vancomicina |
15-20mg/Kg/día/IV en 2-3 dosis |
||
Resistentes a Meticilina |
Vancomicina |
15-20mg/Kg/día/IV en 2-3 dosis. |
4-6 semanas( Monoterapia) |
Tabla Nº 4 |
Tratamiento de Endocarditis de Válvula Protésic Estafilococus |
a |
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Sensibilidad |
|
Antibiótico |
Dosis y Vía de Administración |
Duración |
Resistentes a Meticilina |
Vancomicina |
15-20mg/Kg/día/IV en 2-3 dosis |
>6 semanas |
Más Rifampicina |
300mg / cada 8 horas |
||
Más Gentamicina |
1mg/Kg/dia en una sola dosis |
2 semanas |
Sensibles a Meticilina |
Nafcilina Oxacilina |
2g IV cada 4 horas |
>6 semanas |
Más Rifampicina |
300mg / cada 8 horas |
||
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Más Gentamicina |
1mg/Kg/dia en una sola dosis |
2 semanas |
Tabla Nº 5 |
Tratamiento Estándar Endocarditis HACEK (Haemophylus, Actinobacilus,Cardiobacterium hominis, Eikenella corrodens y Kingella) |
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Antibiótico |
Dosis y Vía de Administración |
Duración |
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Ceftriaxona o |
2 g/día IV o IM |
4 semanas |
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Ampicilina - Sulbactam |
12 g/día IV o IM fraccionadas cada 4 horas |
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El principio de la profilaxis para la EI se desarrolló con base en los estudios observacionales a principios del siglo XX. La hipótesis fundamental se basa en el supuesto de que la bacteriemia posterior a los procedimientos médicos puede causar EI, especialmente en pacientes con factores predisponentes, y que los antibióticos profilácticos pueden prevenir la EI en esos pacientes minimizando o previniendo la bacteriemia o alterando las propiedades bacterianas para reducir la adherencia bacteriana en la superficie endotelial. Las recomendaciones para la profilaxis se basan en parte en los resultados de los estudios con animales que muestran que los antibióticos podrían prevenir el desarrollo de la EI experimental después de la inoculación de las bacterias.
La incidencia conocida de la bacteriemia transitoria después de un procedimiento dental varía mucho y oscila entre el 10 y el 100%. En cambio, se sabe que la bacteriemia transitoria ocurre frecuentemente en el contexto de las actividades de la vida diaria como lavarse los dientes, utilizar hilo dental o masticar.
Los estudios que informan de la eficacia de la profilaxis antibiótica para prevenir o alterar la bacteriemia en humanos después de procedimientos dentales son contradictorios, y hasta ahora no hay datos que demuestren que reducir la duración o la frecuencia de la bacteriemia después de cualquier procedimiento médico conlleve menos riesgo de EI relacionada con el procedimiento.
Actualmente se limita la profilaxis antibiótica en tres categorías de pacientes:
a. Los pacientes con una válvula protésica o un material protésico utilizado para la reparación de la válvula cardiaca: estos pacientes tienen mayor riesgo de EI y mayor mortalidad por EI y sufren complicaciones de la enfermedad más a menudo que los pacientes con válvulas nativas y un patógeno idéntico.
b. Pacientes con EI previa: también tienen mayor riesgo de sufrir una EI nueva y mayores mortalidad e incidencia de complicaciones que los pacientes con un primer episodio de EI.
c. Los pacientes con cardiopatía congénita (CC), en concreto aquellos con cardiopatía cianótica compleja y los que tienen cortocircuitos paliativos postoperatorios, conductos u otras prótesis. Después de la reparación quirúrgica sin defectos residuales, la profilaxis durante los primeros 6 meses después del procedimiento hasta que tenga lugar la endotelización del material protésico.
No se recomienda la profilaxis para cualquier otra forma de enfermedad de la válvula nativa (incluidas las enfermedades más comúnmente identificadas: la válvula aórtica bicúspide, el prolapso de la válvula mitral y la estenosis aórtica calcificada).
La terapia profiláctica recomendada consiste en la administración de Amoxacilina VO 2g 30-60 minutos antes del procedimiento, o Clindamicina VO 600mg para pacientes alérgicos a B-Lactámicos. Dicha terapia se reserva para procedimientos mayores de cirugía dental. En los casos de cirugía cardiovascular se recomienda la aplicación de la profilaxis 2 semanas antes de la intervención quirúrgica.
Una buena higiene oral y una revisión dental regular son muy importantes para reducir el riesgo de EI. Las medidas asépticas son obligatorias durante la manipulación de los catéteres venosos y durante cualquier procedimiento invasivo con el fin de reducir la tasa de EI asociada a la asistencia sanitaria.
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