Marc Chagall
Andrés Saborío-Bejarano*
“La búsqueda de la gloria no existe para mí, ni tampoco la de los bienes materiales. ¡Es lo demás, lo que importa!” “…un ideal de Amor, sin el cual no somos nada”.
Marc Chagall
* Andrés Gabriel Saborío Bejarano. Artista polifacético dedicado exclusivamente a la creación musical, pictórica y literaria. Comparte esta actividad con la de pianista acompañante de cantantes e instrumentistas. Catedrático de la U.A.C.A., profesor de Apreciación Artística en la UNICA de Costa Rica, maestro de música en el Conservatorio de Castella, en la Escuela Municipal de Música de la Unión de Tres Ríos y Director de Estudio Privado de Enseñanza Artística H-61 (Apartado Postal 470-1000 San José-Costa
Rica) Tel. 2272-1322. Nuevo correo electrónico: arteh61@hotmail.com
Este trabajo investigativo sobre Chagall, está dedicado con cariño, respeto y admiración, a Doña Olga Espinach de Ranucci, Directora-Fundadora de la Casa del Artista Olga Espinach. Institución que en 2011, cumplió 60 aniversario, pues fue fundada el 1 de Julio de 1951, en San José, Costa Rica. Este establecimiento educativo que se especializa en todo lo referente a Artes Plásticas, siempre abrió sus puertas a aquellos interesados en esta noble asignatura, sin importar clases sociales, condiciones económicas, ni prejuicios de cualquier índole, quizá con tan sólo por el lema “del amor a lo bello de la manifestación artística”. Inclusive, el autor del presente artículo, exalumno de tan prestigioso instituto artístico nacional, recuerda las valiosas y prácticas enseñanzas recibidas en Dibujo Artístico y Pintura al Óleo, y producto de aquella época, fue la inclusión de dos Homenajes Pictóricos: uno a Modigliani (ver Amedeo Modigliani del Acta Académica número 45), y otro a Chagall, en la Exposición final del curso 1986 de la Casa del Artista.
Resumen: Marc Chagall se inspiró en las costumbres de la vida en Bielorrusia e interpretó muchos temas bíblicos, reflejando así su herencia judía. En los años 1960 y 1970 se involucró en grandes proyectos destinados en espacios públicos o en importantes edificios civiles y religiosos. La obra de Chagall está conectada con diferentes corrientes del arte moderno, incluyendo el cubismo y el fauvismo. Estuvo muy conectado con la Escuela de París y sus exponentes, como Amedeo Modigliani. En sus obras abundan las referencias a su niñez, evitando las problemáticas experiencias que después vivió. Sus obras comunican la felicidad y el optimismo a aquellos que las observan mediante intensos y vívidos colores. Chagall gustaba de colocarse a sí mismo, a veces junto con su mujer, como observador del mundo, un mundo de colores visto a través de un vitral. Chagall cultivó durante más de ochenta años un arte inspirado en el amor, los recuerdos, las tradiciones rusas y judías, los acontecimientos históricos o los hitos artísticos de los que fue testigo y en muchas ocasiones protagonista.
Palabras clave: ARTE MODERNO – REALISMO – FAUVISMO- TEMAS BÍBLICOS –VISIÓN ONÍRICA
Abstract: Marc Chagall was inspired by the customs of life in Belarus and translate many Biblical themes reflecting his Jewish heritage. In the 1960s and 1970s became involved in large projects in public spaces or in important civil and religious buildings. Chagall’s work is connected with different currents of modern art, including Cubism and Fauvism. He was very connected with the Paris School and its exponents, as Amedeo Modigliani. His works are abundant references to his childhood, avoiding the problems he lived later in his life. His works communicate happiness and optimism to those observed by the intense and vivid colors. Chagall liked to place himself, sometimes with his wife, as an observer of the world, a world of colors seen through a stained glass window. Chagall cultured for more than eighty years an art inspired by the love, memories, Russian and Jewish traditions, historical events or artistic milestones he witnessed and often protagonist.
Keywords: MODERN ART - REALISM - FAUVISMBIBLICAL THEMES-DREAM VISION
Recibido: 30 de agosto de 2012
Aceptado: 4 de octubre del 2012
Marc Chagall, uno de los más grandes pintores del siglo XX, tenía una visión cósmica brillantemente coloreada, basada en sueños, recuerdos de la niñez y misticismo, que ignoró los movimientos artísticos cuyos nacimientos y muertes presenció durante su larga carrera.
Chagall no fue un rebelde, pero fue único y poseyó un genio creativo que desafió la clasificación. Todavía activo a los 90 años, fue reconocido como uno de los más grandes pintores vivientes del mundo.
Despreció el Realismo en el arte, porque creía que el artista tiene como responsabilidad especial el mirar más allá de lo superficial y traer a la humanidad un mensaje de amor y de esperanza.
Sus cuadros estaban llenos de amantes apasionados, animales y símbolos cristianos y judíos, frecuentemente elevándose por el aire como desafío a la gravedad y a la perspectiva. Los pintaba con azules, verdes y rojos vivos que hicieron que Picasso lo describiera como “el último pintor que entiende lo que realmente es el color”. (Ver Artistas 1-Picasso, auténtico genio del arte moderno, del Acta Académica número 24).
Marc Chagall nació en Vitebsk, Rusia, el 7 de julio de 1887. Fue hijo de un tendero israelita, pero le molestaba que lo llamaran artista judío, ya que insistía en que su aspiración era universal.
Chagall comenzó no en París, sino en el pueblo ruso de Vitebsk. Como judío en la Rusia zarista, Moshe Shagal-su nombre original-tuvo que conseguir permisos especiales para viajar a San Petersburgo, ahora Leningrado, para pasar hambre como estudiante de arte.
Chagall creía que los iconos rusos que vio en su niñez influyeron sobre su arte más que sus antecedentes.
Después de un tiempo atendiendo a clases en la Escuela Imperial de Bellas Artes, en 1910 el joven Chagall viajó por primera vez a París. De esa primera etapa anterior al contacto con las corrientes fauvista, cubista y surrealista, quedan obras en las que ya se ve definida plenamente la personalidad pictórica del artista. Pueden mencionarse El hombre muerto y, sobre todo, Violinista en el tejado. El leitmotif del violín se mantendrá a lo largo de los años como uno de los sellos distintivos-símbolo entrañablede toda la obra realizada por Marc Chagall.
En cuanto llegó a Francia se puso en contacto con el círculo de Apollinaire, Max Jacob y los pintores Delaunay y La Fresnaye. La influencia del cubismo marcó por un tiempo su pintura, tal como lo evidencia su Autorretrato con siete dedos (1911).
Chagall exhibió con otros cubistas como Glietzer y Metzinger, pero eso fue una fiebre pasajera que jamás llegó a desplazar totalmente la iconografía y la visión poética enraizada en el folclor ruso. Cierto que geometrizó sus pinturas de este período, pero nunca llegó a aceptar “la violación de la textura sensorial de los motivos”, como él decía, y pronto se sintió molesto “por la importancia que se da en el cubismo a la Arquitectura. Prefiero una figuración antilógica”, concluyó, “como la de los objetos naturales o la de las imágenes en el sueño”.
Con estas palabras daba Marc Chagall por terminandos sus experimentos de vanguardia. Quien había llegado a París “con tierra rusa pegada a los zapatos”, como él decía, regresaba en su pintura a la intimidad de la vida simple, a ver de nuevo el mundo por los ojos del niño. Si el fauvismo y el surrealismo dejan huella en la pintura de Chagall, no es una cuestión de modas o escuela, sino de profunda afinidad con su propia visión inocente y onírica del mundo. La misma que comenzaba a influir poderosamente en los artistas y poetas jóvenes cuando él regresó a Rusia en 1914 (donde permanecería ocho años cruciales en su vida y su obra). Lo que sus detractores llaman “ riqueza bárbara de colorido”, Chagall lo considera su “paleta primordial” que, más que surrealista, fue en realidad fuente de inspiración para los surrealistas.
A éstos, Chagall sólo los acusó de favorecer un acercamiento literario a la obra de arte, pero del cubismo y del impresionismo se apartó con mayor firmeza: “Yo trato de llenar el lienzo con formas sonoras llenas de pasión, que han de crear una dimensión adicional de tal naturaleza, que se impone mediante un simbolismo más o menos nostálgico”.
Tres años más tarde de su llegada a Rusia, se trasladó a Moscú, donde se interesó, por algún tiempo, en el aire escénico y diseñó vestuarios y decorados de obras del escritor judío Sholom Alechem.
Realizó diversos murales para el teatro Kamerny, pero su visión artística fue objeto de burla y regresó a París en 1923. Ahí escribió su autobiografía, que fue publicada diez años después y comenzó a trabajar como ilustrador, por encargo de Ambroise Vollard.
Era el año 1923. Durante los diez siguientes, Chagall viajó mucho: Palestina, Holanda, España, Polonia, Italia. De cada país que visitaba extraía nuevas luces, nuevos conceptos para su pintura que se enriqueció continuamente.
Expuso por primera vez en París, en 1924 y dos años después lo hizo en Nueva York. Los últimos años vividos en su país natal proporcionaron a Marc Chagall dos acontecimientos fundamentales en su desarrollo artístico y vital: la Revolución y Bella, la que sería su esposa hasta morir en 1944. De vuelta a su tierra, y después de una breve recaída cubista. Chagall pasó a perfilar definitivamente sus visiones de aldea. Durante el período de la violencia revolucionaria, ciertos personajes de su mundo se volvieron sombríos. Surgió no obstante el motivo de los amantes. Por entonces realizaba decorados de teatro. El amor en escena (192021) es un magnífico testimonio de la presencia del teatro en su vida, como también lo estará el circo. Pero la gran adquisición es el personaje de El ángel (1921), que tendría una continuidad muy significativa en la obra del pintor. Ya de vuelta en Paris (1923), el ángel comenzó a aparecer periódicamente en su pintura como símbolo de lo más luminoso en el hombre. El ángel con paleta, El ángel de alas rojas, con violín y El ángel caído.
Esta es una etapa muy rica en su pintura. El símbolo del pez se afianza en sus composiciones: El tiempo es un río sin riberas (1930). Abundan los retratos de Bella. Más adelante entraría Chagall de lleno en la pintura bíblica, dentro de la cual hay que destacar el ciclo de la crucifixión, en que la imagen de Cristo en la cruz se erige en símbolo del hombre sensible, en plena soledad y aislamiento. La cruz blanca, La crucifixión en amarillo(1943), Crucificados (1944). “Como Cristo, yo estoy crucificado, ¡clavado a mi cruz!”, decía a Bella en una carta.
El vigor y el sentido de la pintura religiosa de Chagall han sido expresados admirablemente por Raissa Maritain: “El dolor del mundo, en forma de honesta y melancólica meditación, está presente en la obra de Chagall; pero los símbolos de la consolación siempre están a la mano. Un hombre pobre está sentado en la nieve, pero toca el violín; un rabino con el Tora en la mano es enterrado en medio de una gran tristeza, pero la presencia de una vaca inocente expresa la calma del universo”. Un burrito, un gallo, el Sol o la Luna, siempre salen al rescate del hombre, ese ser torturado por acrobacias del alma.
Es de notar que el acrobatismo es un rasgo simbólico de algunos de sus personajes durante toda su trayectoria artística.
En 1941 emigró a los Estados Unidos por temor a ser encarcelado por los nazis que invadieron Francia, pero regresó en 1948.
En 1943 obtuvo el primer premio de la vigesimoquinta Bienal de Venecia y a su vuelta a Francia fue homenajeado por la Escuela de París, como uno de sus últimos representantes.
En 1958 realizó una vidriera para la catedral de Metz, lo que le valió encargos parecidos en Jerusalén y Estados Unidos. En 1964 terminó la decoración del techo de la Opera de París, y dos años después pintó dos amplios murales para el nuevo Metropolitan de Nueva York.
En 1973 el Estado francés abrió en Niza un museo especial destinado a la obra de Chagall, quien donó la colección titulada “Mensaje bíblico”, considerada por él como la coronación de su carrera.
En su cumpleaños número 90 le fue impuesta la Gran Orden de la legión de Honor. El Gobierno de esa nación le rindió un homenaje en tres ciudades que abrieron exposiciones suyas: la del Centro Georges Pompidou, de París; la de la fundación Maeght, en Saint Paul de Vence, y en el Museo Chagall en Niza.
Entre su amplia labor artística destacan las obras: “Los novios de la torre Eiffel” (1928). “Las plumas y las flores”, (1943), “El rey David”, (1953) y “Retrato de madame Chagall”, (1959).
Entre 1941 y 1948 Chagall vivió en los Estados Unidos. Entonces regresó a Francia para siempre. La pérdida de Bella fue uno de los golpes más grandes de su vida, del que sólo pudo reponerlo, la aparición de Valentine Brodsky (Vava), a quien conociera en 1952 y que hasta su muerte fue compañera inseparable. Ella lo cuidó y aliento en todo momento. Algunos prefieren llamarlos “los enamorados de Saint-Paul de Vence” , el rincón de la Costa Azul en donde vivieron.
¿Quién no ama a Marc Chagall en este mundo? Francia lo reclama, como hace con Picasso; pero él es tan ruso como Nabokov y aun más: no tuvo que cambiar de idioma para acceder a espacio universal. Sus lienzos Revolución (con burrito ilustrado) y Ventana hacia el cielo proveen un raro contraveneno para los mitos de este siglo. Algunos lo reconocen, otros lo sospechan, la mayoría lo intuye. Y mientras, este fantasioso artista siguió enarbolando el alma en sus pinceles, dándole sueño al tiempo. “Todo puede cambiar en nuestro mundo desmoralizado excepto el corazón, el amor del hombre y su lucha por conocer lo divino. La pintura, como toda poesía, tiene parte en lo divino; y la gente siente que es así, hoy tanto como ayer”. Así pintó Marc Chagall…tal como hablaba.
El legado pictórico de Chagall es de una riqueza pocas veces igualada: pinturas, grabados, vitrales, murales, decorados para ballet, ópera y teatro, y cerámica. Entre sus obras de gran envergadura se destacan los vitrales para la Secretaría de las Naciones Unidas (Nueva York, Estados Unidos), la sinagoga del Centro Médico cercano a Jerusalén (Israel), los frescos en el techo de la Opera de París (1964), los murales en la Opera del Lincoln Center de Nueva York (1966), y el decorado escénico para la presentación de La flauta mágica de Mozart, en el Metropolitan Opera House.
En un comunicado internacional del año 1988, se informa que el legado artístico de Chagall pasará a Francia.
De esta manera, el Estado francés poseerá 464 obras, más del pintor de origen ruso Marc Chagall (1887-1985), a partir del 10 febrero, después de que se haga efectivo el pago de los derechos reales de los sucesores de este pintor, considerado como uno de los mejores del siglo XX. El valor de las obras asciende a “varias decenas de millones de francos”, según informó el Ministerio de Cultura, sin querer precisar la cifra exacta, poco después de que el Ministerio de Economía y Hacienda anunciase su acuerdo para la firma de la operación.
Se trata de 46 pinturas, 151 guaches, 229 dibujos, 27 maquetas de decorados de trajes de ópera o ballet y 11 libros ilustrados que, según las fuentes, superan, de hecho, el total que deberían pagar los familiares del pintor por sus derechos de sucesión. La herencia de Chagall, nacido en 1887, en Vitebsk (Rusia) y nacionalizado francés desde 1937, estaba bloqueada desde la muerte del pintor, en marzo de 1985, a la espera de que los herederos llegasen a un acuerdo con el Gobierno galo. Las obras cedidas ahora al Estado, en virtud del artículo 1.716 del Código General de Impuestos, suponen la llegada a los fondos públicos franceses de la más importante colección de arte contemporáneo, después de la de Picasso, que dio lugar a la creación del museo Picasso de París.
La donación de las obras de Chagall, a quien el pintor surrealista Andre Breton calificó de “precursor” de ese estilo pictórico, se repartirá entre el Centro Georges Pompidou de París y los museos de varias provincias francesas. El ministerio informó de la posibilidad de que las telas y dibujos relacionados con temas bíblicos vayan al Museo Nacional, que cuenta ya con unas 450 obras del artista sobre el mismo tema. Los especialistas destacan entre los 46 cuadros una tela de la primera época del pintor, “Le maure” (El moro), pintada en 1908, dos años antes de que se instalase en París por primera vez, y “La noce” (La boda), fechada en 1910. Dentro de esta serie, otra obra importante es “Bela au col blanc” (Bella con cuello blanco), realizada en 1917 y representativa del segundo período ruso de este pintor, dibujante, grabador y escultor que fue también Chagall.
“Júzguenme por mi forma y color, o por mi filosofía, pero no por mis símbolos separadamente”.
“No me pregunten por qué pinto en verde o azul…”
“El arte, a mi juicio, es sobre todo un estado del alma”.
“Mi arte-pienso yo-es quizás un arte insensato, un mercurio llameante, un alma azul resplandeciendo sobre mis lienzos”.
“Yo no he aprendido nada como no sea por instinto…Una teoría académica no tiene fuerza alguna para mí”.
Al preguntársele en cierta ocasión, cuál era el contenido de su pintura –los temas que él reconocía como fundamentales- respondió:
“Todas mis tristezas y todas mis alegrías…todo lo que en el curso de los años ha cruzado por mi vida: el recién nacido muerto, el compromiso, el matrimonio, las flores, los animales-el asno, la vaca lechera, el gallo, los pájaros-los obreros pobres, los campesinos, los padres, los violinistas, los enamorados en la noche, los profetas de la Biblia, los saltimbanquis y las caballistas del circo, los prestidigitadores; los ángeles en la calle, en la casa, en el templo y en el cielo; Vitebsk y París, Palestina y Saint Paul de Vence. Y, con la edad, la tragedia de la vida dentro de nosotros y en nuestro derredor”.
“El privilegio de mi edad es poder pintar en un cuadro como transcurre una vida entera, del nacimiento a la muerte…El contenido del cuadro, es el contenido de la vida”.
Y su respuesta definitiva:
“Lo que importa, es la poesía”.
(2011) Catálogo de exposición Chagall. – Madrid, España: Ed.
Fundación Colección Thyssen-Bornemisza.